Les dejamos una critica cinematográfica sobre la película La Sociedad del Semáforo. Una pelicula que en el momento de su estreno generó mucha polémica. más de la película en este link:
http://www.lsd-s.com/eldelirio8/index.html
“Un dolor, una punzada…”
Así describe la
calle la poeta cubana Maria Eugenia Casiero y así es presentada por Rubén Mendoza en su opera prima “La sociedad
del semáforo”, un discurso descarnado y libertario acerca de la Colombia
indigente, desplazada, desechada y desechable.
En un semáforo de
la ciudad de Bogotá, conviven y trabajan poetas, vendedores y cirqueros. Raúl
Trellez, a veces reciclador, a veces eléctrico, tiene en sus manos la fórmula
para hacer ricos a la gente del semáforo; su “proyecto” consiste en hacer que
el semáforo dure en rojo mucho más tiempo.
Raúl Trellez
está lejos de ser un héroe, es un simple hombre que representa a miles de
personajes de las calles capitalinas, quien lleva sus sentidos y acciones hasta
límites juzgados por la sociedad y por el espectador, el cual se estremecerá en
su silla viendo el espejo del país en el
que vive. Atraen sus personajes sacados de la calle y lejos de cualquier
estereotipo, cada uno con una historia diferente teniendo en común la miseria.
La historia es imprecisa,
con un clímax y un argumento aparente pero que se sale de todos los lineamientos
clásicos de la narración cinematográfica; el espectador nunca tendrá lo que
espera ver, cautiva con una primera secuencia de un “trancón” de ambulancias
que no se resuelve más que en la imaginación de cada espectador. Encontramos
también imágenes poéticas y simbólicas que se quedan en la mente y que bien
pueden llegar a trascender en la historia.
Es una obra de
una belleza provocativa (estética mas no cosmética), con una fotografía sucia e
imperfecta, una mezcla disonante y unos actores naturales que llevan en sus
espaldas el peso de la calle, la sociedad del semáforo logra con gran naturalidad encarnar la esencia de una
sociedad sepultada en la miseria. Película no apta para estómagos sensibles ni
para mentes radicales por sus crudas e irreverentes imágenes que para unos será
arte y para otros basura.
Intrépida,
arriesgada, impredecible, imperfecta, irracional; una de las mejores y más
sinceras películas colombianas de la década que el publico colombiano no está preparado
para ver.
Por. Lorena
Raigoso
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